:::EL NIÑO PEZ :::

Lala, una adolescente rica, está enamorada de la Guayi, empleada doméstica paraguaya de 16 años que trabaja en su casa. Las dos sueñan con irse a vivir juntas a Paraguay; para lograrlo roban plata de carteras y billeteras que encuentran por la casa y la guardan en una caja de zapatos. Pero el plan estalla antes de tiempo y tras un imprevisto crimen, Lala huye a Paraguay donde piensa reencontrarse con su amada. Mientras espera, reconstruye su historia de amor, lo que incluye revisar una y otra vez una leyenda guaraní sobre un niño pez que ayuda a los ahogados a llegar al fondo del lago.

Lucía Puenzo también es la autora de la novela en la que se inspira el filme, y es hija del afamado director argentino Luis Puenzo, realizador entre otras de La historia oficial, primer filme argentino en ganar un Oscar como Mejor película extranjera. En esta ocasión, la directora escoge de nuevo a la actriz Inés Efron -tras haber trabajado juntas en la enigmática XXY- para narrar otra historia que bordea el tabú y el mito.


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"El niño pez" para rastrear como se construye un mito



"Siempre me fascinó descubrir lo que hay detrás de los mitos" y con esta película quise "explorar cómo se construye una leyenda, yendo desde el presente hasta el origen", afirma en entrevista con la AFP la directora argentina Lucía Puenzo, cuya obra "El niño pez" fue presentada en competición oficial en el Festival de Toulouse.


Escritora, guionista y cineasta, Puenzo se basó en su novela homónima para escribir el guión del "El niño pez", su segunda película después de la laureada "XXY" (seleccionada y premiada en la Semana de la Crítica de Cannes y Goya a la mejor película hispanoamericana).



Enmarcada en el universo mítico de los guaraníes, aunque con una leyenda inventada por la escritora, "El niño pez" narra la historia de Lala (Inés Efrón), joven de la burguesía bonaerense que mantiene una relación amorosa con la empleada doméstica de la familia, una paraguaya (Mariela Vitale, Emme).



Homosexualidad, pasión, crimen, incesto, parricio, mito y realidad recorren la historia, una densidad temática que parece responder a la voluntad de abarcar toda la tradición de la tragedia en una sola historia.


"Es muy dificil para mí saber por qué todos esos temas se conjugan. De alguna manera surgieron así, acompañando a los personajes más que por el deseo de hablar sobre ellos", dice Puenzo, explicando que escribió el libro, su primera novela, "a los 23 años con la libertad y la impunidad que da el no haber sido publicada nunca ni saber si alguien te va a publicar un día".


"Digo impunidad en el sentido de que creo que es el único momento en que no se tiene en la cabeza la figura del espectador, del lector, del crítico. Después es muy difícil trabajar sin tener en cuenta eso", agrega Lucía Puenzo, hoy de 32 años.



"El libro lo escribí sin un plan, sin una estructura dramática, sólo siguiendo el deambular de los personajes. Años después releí la novela, me pareció que había en ella una película posible que me gustaría dirigir", cuenta.



¿De dónde viene su interés por Paraguay y esa referencia a la mitología guaraní? La directora responde: "El universo de las leyendas y de los mitos siempre me ha fascinado. Desde niña, cuando leía a los griegos. El universo guaraní lo descubrí siendo adolescente, hacia los quince años, y me pareció muy hermoso".



"Mi idea inicial era explorar cómo se construye una leyenda, lo que hay detrás de los mitos, cómo se llega a ellos. Quise ratrear cómo se construyen yendo desde el presente hacia el origen", añade.



Además "siempre me intrigó el universo guaraní, ese idioma que nos deja completamente afuera, al que no podemos acceder y que es tan distinto estando tan cerca de nosotros".



La directora decidió inventar un mito inspirado en ese universo. Pero, "lo increíble es que en Paraguay descubrí que en lago Ypoá (donde sucede parte de la historia, aunque toda la película fue finalmente rodada en Argentina por razones financieras), había un mito similar al de mi historia, aunque con un adulto y no con un niño", cuenta.



Entre tanto, Lucía Puenzo, hija de cineasta Luis Puenzo, está terminando su cuarta novela, titulada "La furia de la langosta", y trabajando en dos guiones con vistas a una próxima película.



"No se con cuál me meteré primero. Uno está trabajado en la estética del cómic y con mucho humor, tengo ganas de hacer por primera vez una película alejada del drama. El otro está basado en un caso real, el de un guardafauna de la península de Valdés y la relación que tienen él y un niño autista con la última manada de orcas de la Patagonia", concluye. 



La leyenda del Mítã'í Pírã


¿Cómo nace una leyenda?


¿Cuántos tienen que creer en ella para que un pueblo entero se rinda al culto del mítã'í pírã?



El lago Ypoá ocupa el centro de una extensa área de terreno bajo llamado Esteros del Ypoá, en el corazón del Paraguay. En época de lluvias y crecientes forma una vasta zona inundada con tembladeras, karuguás y pequeñas lagunas. Tierra de misterios y leyendas, con islas que según sus pobladores aparecen y desaparecen, o cambian de lugar. Dicen que más de uno se perdió en sus esteros, que fueron decenas los entierros de joyas y oro escondido bajo tierra durante la guerra de la Triple Alianza.



Años atrás, los habitantes de un pueblo cercano al lago Ypoá convirtieron en altar un árbol muerto, enterrado en el agua hasta la mitad de su tronco. Dicen que con sus ofrendas, juguetes y fotos de bebes y niños enfermos, le piden milagros al niño pez que vive en las profundidades del lago. Dicen que algunos niños, sumergidos en las cercanías del árbol, lo vieron nadando entre las raíces con la velocidad y la gracia de los peces. Que tiene membranas entre los dedos, ojos gelatinosos, el cabello largo hasta la cintura, verdoso y oscuro como las algas. Dicen que lleva hasta el fondo a los que se ahogan.


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