En la exotica isla de Zanzibar, hace un buen tiempo atras, nació un pequeño al cual bautizaron como Farrokh Bulsara. De ascendencia hindú y parsi, tuvo la posibilidad de vivir un tiempo en la India, tierra de sus ancestros. En Bombay fue donde se contagió de todo el ritmo y la cadencia de Oriente, los cuales serian claves para su carrera como músico. Alli fue tambien donde sus compañeros de colegio le dieron el nombre con el cual sería mundialmente famoso: Freddie. Unos años despues, los atavares de la política lo llevarían a instalarse con su familia en Inglaterra. Y fue allí donde la Reina empezó a hacer sentir el poder de su trono.
Freddie Mercury era un Midas: daba brillo a todo lo que tocaba. Cantante, músico, compositor, diseñador, todo un artista. Su ecléctica mentalidad, cargada de multiples influencias, contagió y marcó a todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo. Su llegada a Queen marco un antes y despues en la banda. Su carrera como solista fue toda una provocación. Su actitud de divo, sello inconfundible en su persona, ha sido el molde inquebrantable de numerosos artistas contemporaneos. Su majestuosa figura emociona, incluso 17 años despues de su triste muerte.
Muchos han intentado imitarlo, logrando tan solo ser clones que vienen y van. Muchos han admitido que quieren llegar a ser tan grandes como él, concientes de que un punto tan alto no se logra todos los días. Muchos intentan ser genuinos, inspirados en la genuinidad de este gran artista. Freddie Mercury fue, es y será toda una revelación, irremplazable e inolvidable. Aunque con el tiempo llegue uno más que logre acaparar miradas y admiraciones con su talento, el trono de Su Majestad estará siempre ocupado por aquel que, sentado a sus anchas, no se cansa de disfrutar de largas noches de Rapsodia Bohemia. God Save The Queen.
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